La terapia con ultrasonidos puede ser administrada con dos modalidades distintas: a contacto directo, con cabezal móvil o fijo, y a inmersión.

La modalidad a contacto directo, que es la más frecuentemente utilizada, consiste en la aplicación del cabezal emisor en contacto directo con el cutis con la interposición de una sustancia (generalmente un adecuado gel conductivo) para favorecer de un lado la transmisión entre cabezal y cutis, y de otro la adherencia, el deslizamiento y la eliminación del aire que puede interponerse entre cutis y transductor que podría obstaculizar, para su capacidad reflectante, la transmisión de las ondas ultrasónicas.

En la técnica cabezal móvil, el transductor, aplicado con ligera presión, se hace fluir con movimientos breves de 3-4 cm, perpendicular los unos a los otros, o con movimientos circulares, que tienen campos de acción de 30-50 cm2 como máximo. En las articulaciones particularmente voluminosas, como la cadera y el hombro, los campos de tratamiento tendrían que ser tres: anterior, lateral y trasero, porque por la interposición del hueso no es posible un sólo tratamiento eficaz en toda la estructura.

En la técnica con cabezal fijo, este está posicionado sobre la zona a tratar sosteniéndolo estáticamente y lo tiene a contacto con la piel para la entera duración de la terapia con la interposición de un gel electroconductivo. Con esta técnica se obtienen rápidos aumentos de la temperatura en una zona muy circunscrita, mientras el restante campo no está calentado; es necesaria por lo tanto una menor potencia de erogación o una emisión pulsada.

Recientemente han sido introducidos en el mercado dispositivos electromedicales para ultrasonidoterapia dotados de cabezales innovadores, oportunamente dotados con modernos estadios de potencia, permiten reducir el excesivo aumento de temperatura, garantizando por lo tanto una erogación homogénea de la potencia en la región tratada.